Verde que te quiero verde

Soy de extremos, lo sé. Pero estoy aprendiendo a flexibilizarme. Es necesario. Mi propia rigidez me hace infeliz. Me bloquea.

Ayer retomé, con suave rigor o estricta dulzura, mi plan de alimentación. También me hace bien ordenar lo que como y cómo lo como.

No sé si lograré pronto ser amorosa y respetuosa conmigo. Pero esa es la intención. Encontrar el equilibrio. Y ocurrirá…

Desde hacía tiempo, me había dado el permiso para comer a mi antojo. Tantas restricciones en los hábitos de vida, limitaciones y prohibiciones, que me sentía ahogada. No puedo trabajar, no puedo bailar, no puedo fumar, no puedo correr, no puedo saltar, no puedo beber, no puedo ser, no puedo estar,….. y encima, yo solita me había colocado en el no voy a comer esto o lo otro.

NO PODÍA MÁS, eso sí que no podía.

Estaba asfixiándome en mi propio corsé.

Por tanto, me empecé a relajar. Un día un poco de gluten, otro día postre, al siguiente chocolate, luego pico de aquí, ahora estamos en Navidades, como estoy malita me entra mejor esta comida….. y me descubro de nuevo sin ningún tipo de orden en mi comida – siendo siempre una dieta saludable, eso sí- .

Me voy a los extremos.

Soy consciente de ello. Lo que también sé, es que esta polaridad y esta exigencia, en ningún caso, me hacen bien.

¡Yo no me hago bien! A veces no me hago bien.

Y entonces, cuando caigo en este tremendo error, me sumerjo en una danza de movimientos acompasados. Quiero aprender a moverme con soltura, con buen trato hacia mí.

A ratos me sale, a ratos se me olvida.

¡Se me olvidaaaaa!

Es un patrón muy arraigado, automático. Pero no es mío. Sólo lo cargo por lealtad.

¿En qué momento firmé ese contrato?

Bueno, la cosa es que ayer retomé una forma más sana aún, más cuidada todavía, más específica si cabe, más ordenada, meticulosa, más bla bla bla bla, de alimentarme.

Y con esa firme decisión de ayer, hoy me he sentido contrariada. Molesta. Medio malhumorada.

Mi caldo depurativo antes de las comidas, mis verduras y frutas, batidos detox, frutos secos,….. ¿y mi chocolate?. He echado de menos el chocolate.

Sí, creo que he creado una especie de chocolateadicción. Se ha convertido en un compañero en momentos de aburrimiento, en mis ganas de fumar, en tristezas, en ver una peli con varios cuadrados que se derriten en mis dedos….. mmmmmm. Definitivamente sí. Lo echo de menos. Por eso, entre otras cosas, hoy me levanté con el humor medio tocado.

Además de fondo una vocecilla que trata de boicotear mi firme propósito.

-Total, deberías permitírtelo. Bastante limitaciones tienes. Qué más da si has cogido unos kilos. Tampoco hay tanta claridad en cuanto a dejar el gluten y sentir mejoría en la EM. ….

¡Maldita voz que lo único que consigue es dañarme más! El malestar aumentaba.

Afortunada yo, que cuento con voces externas a mí, que me calman, me serenan, me colocan y descolocan.

Voces que me ayudan a seguir. Gratificante la verdad.

Verde que te quiero verde.

Ahora me toca a mí aprender a acompañarme. Fluida, comprensiva, adaptable.

Ser amorosamente inflexible conmigo.

Estando de mi lado, todo sale mejor.

Verde que te quiero verde, me voy a cenar.